¿Es rentable para las marcas contratar influencers?, la respuesta es depende. Como podrás suponer, en la mayoría de casos los influencers no funcionan como a las marcas les gustaría.
El boom de los influencers está impulsado por los millennials y la generación Z, para quienes una persona relativamente popular en las redes sociales puede hacer que decidan comprar un producto o no.
Desde el bloqueo del 2020, la industria de los influencers ha tenido unas ganancias significativas, principalmente debido a los cambios en los hábitos de consumo mundial y al creciente poder económico de las generaciones más jóvenes.
Pero debido a los problemas económicos que afronta el planeta, muchas empresas han empezado a reducir su inversión en influencers. Otro factor importante en la desaceleración, es que muchas empresas no obtienen beneficios de gastar su dinero con influencers, no tienen retornos de inversión positivos ni aportes a la construcción de marca.
A pesar de los pobres resultados, el 78% de los adultos activos en internet afirman que los creadores en redes sociales son influyentes para ayudarlos a descubrir nuevas marcas, según la investigación de Meta Platforms. Así que los influencers adecuados podrían funcionar en la etapa de awareness de una campaña.
Las empresas buscan a los influencers para que les ayuden a llegar a los segmentos más jóvenes o pertenecientes a ciertos nichos específicos a los cuales no podrían llegar de otra manera. También se recurre a los influencers para que aporten con creatividad alternativa y mejor adaptada a su audiencia.
Pero quizá la principal razón por la que una marca incluye a un influencer en su estrategia es por la conexión. Sabemos que las generaciones más jóvenes no soportan la publicidad que les vende descaradamente, pero según las estadísticas, ese ideal de conexión entre la marca, el influencer y su audiencia muy pocas veces se cumple.
Como humanos queremos vernos reflejados en la marca que estamos apoyando; estamos comprando una marca más que solo el producto. Los millennials y la generación Z aprecian y quieren la transparencia de las empresas y de los creadores. Quieren ver campañas que presenten personas influyentes pero reales con las que se sienten identificados, y si no se logra esa conexión, la perdedora será la marca, no el influencer.