Las marcas de zapatillas intentan hacer menos nociva su producción


La industria de los zapatos deportivos es parte de la moda rápida y también es un gran contaminador. Para intentar mitigar el impacto negativo de su fabricación en el medio ambiente algunas marcas están implementando programas de trazabilidad textil para proporcionar algo de transparencia sobre el origen de sus materias primas.

Existen dos compañías que ofrecen un interesante servicio de trazabilidad textil, tanto TextileGenesis como TrusTrace utilizan tecnología blockchain e Inteligencia Artificial para rastrear los materiales desde su origen hasta el producto final.

Las transacciones de estas dos empresas ocurren en la blockchain así que no se pueden cambiar y son inmunes a la manipulación. Con esta tecnología los proveedores engañosos no pueden esconder sus malas prácticas y las marcas no pueden argumentar el desconocimiento de estos procesos.

El 45% de los consumidores en Internet a nivel mundial están interesados ​​en comprar exclusivamente marcas sostenibles o de economía circular, según una encuesta de Capgemini. Esto evidencia que cada vez es más importante que las marcas demuestren que se toman en serio su compromiso ambiental.

Pero estas iniciativas de trazabilidad necesitan de un tercero para auditar las afirmaciones de los proveedores, las marcas podrían seguir usando materiales dañinos o de origen poco ético sin darse cuenta, a pesar de tener las mejores intenciones.

Un ejemplo de esto es el caso de Adidas y Puma, que se comprometieron a dejar de usar algodón de Xinjiang debido al presunto uso de trabajo forzoso en su producción, pero investigadores alemanes encontraron rastros del material chino en productos de ambas marcas, a pesar de que Adidas afirmó que ya no utilizaba este algodón.

La moda rápida busca alentar el consumo repetido en cortos periodos de tiempo, y para mitigar su enorme impacto ambiental se necesitan soluciones más radicales como eliminar el uso de materiales a base de petróleo y reciclar telas no vendidas. 

Si las marcas se toman en serio la fabricación sostenible deberán cambiar por completo el modelo con el que han venido trabajando los últimos años.

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