Los influencers virtuales generan tres veces más engagement que los influencers humanos según la investigación de HypeAuditor. Al contrario de lo que imaginamos, los influencers virtuales se mantienen y operan de manera similar a los influencers humanos.
Con la gran diferencia que detrás de la apariencia atractiva, los comentarios inteligentes y la personalidad ganadora del influencer virtual se encuentra todo un equipo de profesionales capacitados.
Requiere de diseñadores CGI, animadores 3D, artistas de guiones gráficos, redactores, diseñadores de vestuario, productores musicales, fotógrafos y camarógrafos.
Los influencers virtuales son creados por agencias con el objetivo de construir una gran audiencia y comercializar el personaje a las marcas a través de patrocinios.
Pero este no es un fenómeno nuevo, la primera influencer virtual fue lanzada en 2016 con el nombre de Lil Miquela y es una creación de la empresa Brud. Actualmente existen más de 150 influencers virtuales, y se espera que esta cifra aumente a medida que el gasto en marketing de influencers crezca.
Según las proyecciones, el gasto global en marketing de influencers superará los 24 mil millones de dólares para 2025, así que veremos cada vez más influencers virtuales.
Entre los talentos virtuales podemos encontrar modelos, músicos, VTubers, metahumanos y personajes no humanos. Esto les da a los socios comerciales una amplia gama de oportunidades porque tienen el control total sobre la narrativa sin las limitaciones de un influencer humano como enfermedades y escándalos.
Pero el éxito de un influencer virtual no depende de la forma en que se ve o se muestra, depende de su personalidad y su autoconciencia. Esta es la razón por la que varios influencers virtuales han fracasado en su intento por conectar con el público.
La credibilidad y la autenticidad son los principales factores de éxito en el marketing de influencers y si pensabas que eso representaría una ventaja de los influencers humanos sobre los virtuales te equivocas.
Según la investigación de OMD, el 39% de los encuestados están abiertos a interactuar con un influencer virtual. Además, la mayoría de estas personas no ven diferencia en la credibilidad entre los influencers virtuales y humanos.
Utilizar una estrella social ficticia puede ayudar a las marcas a generar engagement y minimizar el riesgo pero también provocan cuestionamientos éticos como la diversidad y dejar sin trabajo a influencers humanos.