La contaminación cerebral es la causa de la contaminación ambiental


La publicidad es la causante de la peor de las contaminaciones, la contaminación cerebral. La publicidad está en todas partes, los anuncios son invasivos y aparecen sin nuestro consentimiento con el único objetivo de hacerte consumir más.

La publicidad es molesta para todos pero lo que parece un inocente estorbo tiene consecuencias mucho más graves. Los hallazgos de la neurociencia revelan que la publicidad “efectiva” provoca cambios permanentes en el cerebro. Las marcas que se te hacen familiares a través de la publicidad tienen una gran influencia en las decisiones que tomas.

La publicidad funciona tan bien porque infiltra ideas sin molestar a tu mente consciente. Una extensa investigación científica muestra que, cuando se exponen a la publicidad, las personas adquieren valores y objetivos materialistas. 

Cuando esto sucede, los consumidores tienen niveles más bajos de bienestar personal, experimentan conflictos en las relaciones, tienen comportamientos sociales menos positivos y experimentan efectos perjudiciales en el estudio y el trabajo. 

A través de una combinación de experiencia y exposición publicitaria conectada con respuestas emocionales, las marcas y los logotipos se vuelven más "permanentes mentalmente". Esto sucede a través del desarrollo de nuevas vías neuronales reforzadas por la repetición.

Eso es bastante malo para los adultos, pero los niños ahora están a merced de la llamada "publicidad de vigilancia", es decir, la publicidad basada en la recolección de nuestros datos en internet. Se estima que, cuando un niño cumple 13 años, las empresas de tecnología publicitaria habrán recopilado 72 millones de datos sobre él. Cuantos más datos se recopilen desde una edad temprana, más fácil será para los anunciantes convertir a los niños pequeños en objetivos de consumo.

El consumo excesivo en general, fomentado por la publicidad, tiene un impacto climático y ecológico. Pero la publicidad de productos y servicios muy contaminantes, como los combustibles fósiles, la aviación, la ropa de moda rápida y los autos con motor de gasolina, es particularmente dañina.

Combatir la “contaminación cerebral” es el primer paso para detener la contaminación ambiental. Si no podemos detener los abusos de la gigantesca industria publicitaria, la destrucción del planeta está asegurada.

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